Texto leído por Alejo Carbonell en la presentación de Hadrones, publicado en diario La Capital de Rosario
Diego Vigna tiene una intencionalidad, desde que publicó su primer libro, Grises, verdes, de discutir sobre el campo literario a partir de lo que escribe. Es decir, armar un artefacto estético que desde sus propios resultados escanee el folclore de la narrativa contemporánea inmediata.
Hay tres premisas que los narradores de su generación tienen como caballito de batalla: el tic generacional, es decir, el intento de generar empatía rápidamente con el lector a partir de experiencias y recuerdos en común (sobre todo los de la infancia); el chiste fácil, descontracturado, que deja a los relatos en la superficie, a un click de mouse del olvido, y la preocupación por dominar todo lo que ocurre en las escenas, de modo de poder llegar a un final bien escrito sin sobresaltos. Estas tres premisas están ausentes en Hadrones.
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