Reseña de Pablo Dema publicada en 2 Cartógrafos (Río Cuarto, Córdoba)
Son cinco relatos, el último, el que le da título al volumen, es el más extenso (cuarenta páginas). Hay cosas mejores que otras y el último relato sin dudas justifica por sí solo el libro. Pero hay que apuntar que para mí no es un libro desparejo ni rellenado con algún texto que engrosa el volumen pero que es innecesario. Muy por el contrario, los cinco funcionan como trazos imprescindibles para delinear una poética sólida. Poética significa: un programa estético definido, una serie de pautas que un artista se da para darle forma a sus creaciones: serie de principios, moral de la forma, cosas que se hacen y cosas que no se hacen siempre: una marca: una voz propia: un mundo propio. Alguien que escribe es un escritor cuando sabe lo que hace y asume los riesgos, cuando establece un tipo de relación con la lengua y no se aparta de ese vínculo que lo define. Me parece que ese vínculo es originario o primordial, que es un modo de entrar en escritura que afecta al que escribe casi como una marca de carácter. El escritor Vigna es así, o hace esto: habla sobre este mundo, sobre su mundo que es el nuestro. No hay recreación de contextos anteriores, no hay proyecciones de mundos futuros, no hay una realidad atravesada por elementos sacados de cuentos de Lovecraf ni de novelas de King en las que es difícil creer.
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